6.7.09

Rusia :: Suzdal, la ciudad con mil cúpulas y con la hoja de repollo

Hoy, después de dos horas de camino en autobús, estoy al fin en Vladimir. Una ciudad fea pero que a pesar de eso hace parte del patrimonio mundial del UNESCO. De hecho cumple un milenio y era antes capital de Rusia. La calle principal está muy llena y el aire muy polucionado. Además, Olivier se tuerce el tomillo. Tiene quizás un esguince, pero no quiere regresar a Moscú a pesar de su accidente.


Un hombre joven está sentado encima de una roca y mira el valle. Olivier y yo vamos cerca a él. Olivier se sienta para descansar su pie. Tengo la guía turística en ingles de Oli a la mano. El desconocido nos pregunta si puede verla. Nos presentamos: él es de Vancouver. Una joven rusa se junta a nosotros. Ella estudia literatura inglesa en la universidad y desea conversar con nosotros, porque nuestro encuentro es una oportunidad para practicar su inglés. Cuando se siente en el piso, improvisa un asiento poniendo un periódico doblado bajo su cola: vieja creencia por no perder su fertilidad me dice Oli. Para decir que esta feliz, dice: “I experiment positive emotions” en vez de decir simplemente “I’m happy”. Comemos en un pequeño restaurante que sirve “blinis”, las crepes rusas. Me parece que la joven rusa come poco, pero quizás es por la hora: la mitad de la tarde. Después de la comida, ella debe irse. Le doy beso sobre las dos mejillas como en Canadá para agradecerla, pero creo que la puse tímida, en Rusia no es solamente un beso? Nos despedimos también del hombre de Vancouver y nos vamos para el hotel.


El dia siguiente, tomamos el primer bus disponible en dirección de Suzdal. No hay horario fijo: la salida es cuando el bus esta completo. Suzdal, la ciudad con mil cúpulas, es una ciudad también nombrada patrimonio mundial por el UNESCO. Nos gusta el aspecto medieval de este pueblo, pero cada vez se convierte en un destino turístico más frecuentado. Nos damos cuenta del boom de Suzdal porque los precios de los albergues y residencias son muy altos. Me pregunto si ciertas habitaciones no valen más que las de los grandes hoteles de Canadá. Decidimos no preocuparnos de nuestro alojamiento por el momento y aprovechar del sol. A un lado del rio donde se bañan unos niños, me acuesto en la mitad del pasto. Las iglesias y los monasterios son numerosos. Unas mujeres cortan el pasto. El ambiente es muy tranquilo.


Pero un poco más tarde, las nubes esconden el sol y nos apuramos para encontrar una habitación barata para la noche. En la calle, Oli pregunta a unas babushkas si nos podrían hospedar por la noche. Al fin, una nos contesta de esperar un momento y grita hacia una amiga que se encuentra una calle más lejos a nuestra derecha. Nos dice que nos debemos dirigir hacia su amiga que nos esta esperando. Oli y yo estamos sonriendo y satisfechos. Caminamos hacia la señora que se llama Olga. Nos ofrece una habitación improvisada por 300 rublos. La casa es típica: tapices pasados de moda decoran las paredes, mucha madera y telas florales, naranjas y marrones. El baño no es funcional: un balde con agua sirve para mojar las toallitas asemejando tomar un baño. No hay luz en el baño estrecho: para ver algo, debo dejar la puerta entreabierta por donde pasa una luz débil.


Vamos a caminar cerca de la casa. Compramos lo de la comida: unos "pelmenis" (pastas) rellenos de carne, cervezas y un vino que no hubiera comprado si habría sabido que era dulce, un detalle que no entendí porque la etiqueta estaba en ruso. Regresamos a la casa de Olga para preparar la comida, pero la amiga de Olga toma finalmente el control de la comida. Ella va en el jardín y regresa con pepinos, tomates y eneldo, los ingredientes típicos. Ella corta las verduras muy finas. Las acompaña de un pequeño recipiente lleno de sal. El eneldo decora y mejora nuestro plato de "pelmenis". La amiga de Olga añadió mayonesa y mantequilla. La comida rusa es poco rafinada, se parece a la comida del campo quebequense anteriormente: los alimentos son similares, de pronto explicado por un altitud perecida. Después, Olga corta rebanadas de pan de trigo denso con un cuchillo afilado. De postre, ella nos sirve fresas frescas rocías de azúcar y un poco de crema. No comprendo mucho el ruso, pero Olga me habla rápido como a su amiga.


Otro amigo de Olga llaga. El trabaja en la seguridad de una cárcel en Vladimir. Tiene una colección de muñequitos de pan masticados hechos por los prisioneros. Tienen mucho talento: un punto de referencia seria los muñecos de la Fallas en España. Como en las fallas, los personajes son caricaturas pero hechas en papel masticado. No entendemos la risa cuando nos enseña uno que tiene un pene enorme. El amigo de Olga ofrece un muñequito a Oli. Un recuerdo maravilloso de la hospitalidad rusa… hasta que los insectos se comen su recuerdo de pan masticado.


A la siguiente mañana, me levanto más temprano que Oli. Olga esta en la sala, acostada sobre el sofá donde seguramente ha dormido y esta leyendo el periódico. Yo comprendo que alquile su cama. La TV esta prendida. Ella me habla pero no entiendo nada. Cuando se levanta para ir a la cocina, entiendo que probablemente me hablaba del desayuno. Miro la TV sin poder entenderla. Oli se levanta. El desayuno esta listo: un té negro y arroz con leche que mezcla los sabores de sal y azúcar. A pesar de que me gusta todo, no puedo comer este arroz con leche, entonces como mucho pan con mermelada de fresa bastante dulce.


Afuera, esta lloviendo. El clima invita a quedarse adentro. Olga intenta curar al tobillo de Oli poniéndolo en unas hojas de repollo. Los Rusos inventan unas técnicas medicinales poco usuales. Ya, un vendedor de maní en la estación de bus de Vladimir había dicho que era medico. Oli, de buena voluntad, se había dejado tocar el tobillo en todos los sentidos como las agujas locas de un reloj en frente de mis ojos asustados. Mientras Olga esta terminando su tratamiento, salgo a correr ahora que el sol aparece. A la mirada de los Rusos, me doy rápidamente cuenta que es poco usual de correr por placer. Debemos regresar hoy a Moscú donde Oli podrá recibir un tratamiento apropiado.

2 commentaires:

  1. Merci Google d'avoir traduit ce récit dont je suis le héros ;)

    Comment vas-tu Julie?

    RépondreSupprimer
  2. De rien! Je vais bien, toujours en Colombie.

    Tu y piges quelque chose, pro du russe? Où es-tu? Tu as passé beaucoup de temps en Russie?

    Prends soin de toi. Bises.

    RépondreSupprimer